Metrópolis es libre

(o, al menos, la versión de 1927 de Fritz Lang)

Fotograma de la película Metrópolis, de Fritz Lang (1927) en el que se ve un paisaje de una ciudad futurista.


Cada uno de enero pasan al dominio público multitud de obras del año… bueno, del año que sea dependiendo de la legislación de cada país. El caso es que, entre las que hoy pasan a dominio público, se encuentra la película de 1927 Metrópolis, de Fritz Lang.



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Los entendidos en arte dicen que es una muestra del  expresionismo alemán. Yo, que de eso no entiendo, voy a limitarme a comentar algunas cuestiones que considero interesantes. Para empezar a mí me recuerda al futurismo de Filippo Tommaso Marinetti ¿Qué por qué digo esto?:



  • Hay una glorificación de todo lo que tenga que ver con las máquinas: la ciudad de la película es una promesa del nivel de sofisticación que puede lograr una sociedad con una ciencia, tecnología e industria poderosas. Esta es una idea coincidente con el Manifiesto Futurista, publicado por Marinetti en 1908.

  • Se plantea la posibilidad de que los robots humanoides sustituyan a los seres humanos. Marinetti ya adelantó esta idea en 1912:

Después del reino animal se inicia el reino mecánico. Con el conocimiento y la amistad de la materia, de la cual los cientificos solamente pueden conocer las reacciones físico-químicas, nosotros preparamos la creación del hombre mecánico de partes cambiables. Nosotros lo liberaremos de la idea de la muerte, por lo tanto de la misma muerte, suprema definición de la inteligencia lógica.

(del Manifesto tecnico de la litteratura futurista, pliego, Direzione del Movimento Futurista, Milán, 11 de mayo de 1912. Traducción : José Antonio Sarmiento)


  • Ideas próximas al fascismo. Si Metrópolis hubiese sido una historia de propaganda comunista la insurrección obrera de la película hubiese finalizado con la toma del poder por los obreros, la ejecución del líder político-industrial de la ciudad y la instauración de una dictadura del proletariado, probablemente. Pero en la película la insurrección obrera acaba con el cerebro y el músculo son unidos por el corazón: el líder industrial sigue de director, los obreros siguen de obreros y, eso sí, reina la felicidad porque una mujer ha conseguido tranquilidad para las clases altas y (se supone) algunos derechos para las clases bajas.

¿He dicho fascismo? Bueno, Marinetti escribió el Manifiesto Fascista en 1919, el partido nazi se fundó en 1920, el partido fascista italiano se fundó en 1921, Thea von Harbou se casó con Fritz Lang en 1922, escribió Metrópolis en 1926 y… se afilió al partido nazi en 1932. Parece ser que el mismísimo Goebbels también intentó reclutar a Fritz Lang pero este, que era de madre judía, prefirió exiliarse, primero a Francia y luego Hollywood, el mismo año de 1932 (de su mujer se divorció, aunque de hecho ya llevaban un tiempo separados debido a las infidelidades de Lang). El estreno de la última película que rodó en Alemania, El testamento del doctor Mabuse, fue prohibido en 1933.

El caso es que la película es un clásico que ha dejado poso. A destacar la escena donde se identifica a la máquina corazón que mantiene la ciudad a costa de vidas humanas con el dios Moloch, al que se dice que los filisteos ofrecían sacrificios humanos.



La máquina corazón, vista como el dios Moloch, en la película Metrópolis



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La misma metáfora sería usada, décadas más tarde, por el poeta Allen Ginsberg en su obra Aullido.



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¿Se inspirtó Ginsberg en la película de Lang? Podría ser. De haber sido así, al final, eso habría dado la vuelta a la tortilla porque el poema de Ginsberg es, entre otras cosas, anticapitalismo en vena.