Aires perrunos en granjas caballares

EdificioLas siete y veintisiete.
La lluvia retumba al golpear el tejado de chapa.
El ciempiés aguarda en la oscuridad del bote sifónico.
En un rincón, una araña carga su saco de huevos sobre el abdómen.
El segundero completa una vez más su viaje por la esfera.
El minutero se desplaza con aire cansino.
Las siete y veintiocho.
Un rayo de sol logra abrirse camino entre las nubes.
Marieta, enfundada en su abrigo azul de tela, me señala con su dedo acusador.