Siento ganas de escribir, pero cuando llego al teclado no queda nada.
Llega un punto en el que uno tiene compromisos sociales con tantas partes que es imposible decir algo sin que alguien se sienta aludido y, generalmente, ofendido. Entonces la vida se vuelve aburrida y uno no puede decir lo que piensa; el problema, de acuerdo a muchos, es pensar así en primer lugar, uno no tendría que tener esa clase de pensamientos, sería mejor una forma homogeneizada y homologada, estándar, de decir las cosas... reducir la riqueza de los lenguajes humanos que nos tomó milenios crear a leguajes de computadora que podemos entender.
Quizá suceda lo mismo que con la biodiversidad, para cuando entendamos lo que teníamos lo habremos perdido e intentaremos imponer nuestro supuesto entendimiento en otros, tal vez más por envidia que por altruísmo para que ellos a su vez pierdan lo que tienen.
En otros temas, por fin terminé de leer The scientist in the crib, lo recomiendo, quizá después haya alguna reseña.
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