San Miguel de Tucumán.- Para quienes no conozcan los cementerios capitalinos, el conocido cementerio del Norte por calle Juan B. Justo, sorprende apenas ingresar por una tumba de un cadete con una mujer en un ataque de tristeza, acostada sobre la misma. Es la tumba del cadete Soria, asesinado en 1927 por uno de los delincuentes más temidos de la policía tucumana de esos momentos, Ricardo Suárez (a) “El Águila”.
El Diario El Orden, en su edición del 19 de julio de 1927 lanzaba un título estremecedor “En la Av. Mate de Luna se cometió esta madrugada un tercer crimen en el breve plazo de 30 días”. Aquí el cronista nos comenta la desgraciada situación, que “con criminal alevosía bañar un asesinato con las características de lo repudiable es algo que agita y subleva y empuja a la protesta ronca, airada.”
En una idea de plantear el lugar como peligroso, en la nota se afirma que cerca de la Av. Mate de Luna habitaban “sujetos de mal vivir”, conocidos “profesionales del delito”. Ese 19 de julio, a las 2.45 de la mañana Soria, de 32 años y el agente Córdoba de 28, “regresaban del surgente en dirección al boulevard Mitre, cuando al llegar al cruce de la avenida y el “camino de los cuarteles” vieron como un sujeto caminaba con actitud sospechosa. La zona y el horario despertaron la curiosidad de los policías, quienes se acercaron al “sospechoso” siendo Soria quien diera la voz de alto. El grito parapetó al “sospechoso” quien sacó un revólver, disparando contra Soria a quien asesinó instantáneamente de un tiro en la frente mientras que a Córdoba le deshizo el dedo mayor y anular, imposibilitándole repeler. Ante la situación, el asesino del cadete emprendió su fuga con la persecución de Córdoba, quien intentaba dispararle con su mano izquierda, con ningún tipo de resultado. El agente volvió sobre sus pasos e informó sobre lo sucedido a la comisaría de Villa Luján, que se aprestó para iniciar las investigaciones de rigor.
Aquí el diario pasa a comentar que el cadete había ingresado a la policía en calidad de agente 45 días antes. De una “actitud intachable”, las ideas acerca de la moralidad de la fuerza se hacen presentes de forma constante, mostrando una fuerte pena y conmiseración por su asesinato. Las notas que siguieron a ese 17 de julio estuvieron marcadas por el descubrimiento del autor material, Ricardo Suárez (a) “El Aguila”, el reconocimiento por parte del agente Córdoba y la palabra afirmativa de Suárez acerca del hecho cometido.
La muerte de Soria marcó a la sociedad en su momento. La mujer de la tumba fue mitificada como la madre o la esposa, dependiendo de quién lo cuente, que al enterarse de la muerte del ser amado fallece en el acto. La figura del oficial caído en su deber, pasó a representarse desde la figura de Alberto Soria que para la policía pasó a representar desde aquel entonces la figura de autoridad – heróica.
Por Agustín Haro
Lic. en Historia, UNT
Fuentes:
– Archivo Histórico de la Provincia de Tucuman. Hemeroteca. Diario El Orden. 17 de julio de 1927
– Un cadete y una mujer desnuda: la historia detrás de la tumba. El Tucumano (2017)
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