Nuestras libertades son socavadas a diario, mientras nos tragamos las últimas emisiones de los partidos del deporte nacional o de los programas rosa de telebasura que nos inundan; mientras bailamos como autómatas frente a nuestro dispositivo móvil para grabar el último paso de moda, mientras actuamos así otros intereses y de profundo calado impactan en nuestras vidas y no somos ni siquiera conscientes de ello.
Nos hemos acomodado a una realidad que creemos cierta, pero que no es así. Nos conformamos con la infoxicación que recibimos a diario por parte de los canales oficiales, pero somos incapaces de contrastarlo. Nuestra capacidad lectora y de análisis ha caído a niveles alarmantes. Simplemente no razonamos, actuamos como seres empujados como cual rebaño y somos zarandeados a un lado y otro de acuerdo a la tendencia de moda.
Hemos entregado nuestra privacidad por unos chutes de dopa mina que cual adicción, nos roba cada día más y más horas de productividad.
No somos culpables, porque ni siquiera somos conscientes de ello. Somos cómplices ignorantes de un sistema que nos mantiene adormecidos con todo tipo de astucias que van desde lo cultural hasta lo económico para mantenernos alejados de la realidad.
Mantenemos pugnas entre nosotros mismos, acusándonos de rojos o fascistas; de madrileños o cúles, cuando deberíamos aún con diferencia de criterios buscar soluciones conjuntas que nos ayuden y/o beneficien a ambas partes.
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