¡De pie, buen ciudadano! ¡De pie, joven ardiente!
Bien alto el corazón y bien alta la frente,
rebosante el espíritu de solidaridad,
vamos a nuestro estadio, hacia la plaza pública,
a celebrar el día de nuestra gran República
colonia de Humanidad.
Cantaremos un himno, una canción fraterna
que empiece: “Oíd, mortales”, como la estrofa eterna
de nuestra libertad.
Y en un millón de voces, bajo el tranquilo cielo
¡tienda el himno su vuelo
hacia el noble trabajo y la noble igualdad!
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